Orientarse en este territorio no era simplemente cuestión de cargar un mapa en el teléfono. Por lo pronto, no hay cobertura en cientos de kilómetros y apenas se ha explorado sobre dos ruedas, por lo que dependían de la investigación, de los mapas de Google, de los conocimientos de los lugareños y también de tener un poco de suerte. “En un pueblo cercano, San Pedro de Atacama, está empezando a florecer la cultura de la bicicleta de montaña. El ciclista local Guilherme Hoshino nos llevó al barranco del río seco donde rodamos unas escena. Y dio la casualidad de que nos encontramos con uno de los ciclistas que mejor conoce la zona. Conocía muy bien zonas donde no llegan los turistas, y nos llevó a El Tatio, una zona de géiseres, para rodar imágenes”, señaló. Los lugareños conocen mejor el terreno, y el lugar era inhóspito y espectacular. Las aristas estaban todas muy expuestas, y había cañones profundos hasta donde alcanzaba la vista; las posibilidades de explorar nuevos sitios crecían a cada momento.